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Poul Anderson nació en Bristol (Pensilvania) el 25 de noviembre de 1926 y falleció el 31 de julio de 2001 a causa de un cáncer de próstata. De padres daneses emigrados a EE.UU., esto le sirvió para llegar a conocer y enterder perfectamente toda la herencia y cultura de las mitologías nórdicas. A pesar de estudiar física en la Universidad de Minnesota y graduarse en 1948, su gran pasión había sido desde siempre la literatura, empezando a escribir desde 1937. Diez años después, en 1947, publicó "A matter of relativity", su primera obra de importancia que pasaría a formar parte, junto con otros dos relatos, de la novela "El crepúsculo del Mundo". Es en ese momento cuando decide tomarse un año sabático para seguir escribiendo. Curiosamente, ese año le duraría hasta el fin de sus días.

La novela:

"En una tierra en la que el reino de Faerie existe en una dimensión paralela a la del mundo de los hombres, Skafloc, el ahijado de los elfos, habrá de liberar la terrible maldición que pesa sobre Tyrfing, la poderosa espada rúnica que rompió Thor y que ahora vuelve a ser necesaria para salvar a los elfos en su guerra contra los trolls. Pero Skafloc también habrá de enfrentarse a su propia sombre: Valgard, que ha ocupado su lugar en el mundo de los hombre"

Esta es la historia de Skafloc, el ahijado de los Elfos, robado de los brazos humanos de su madre siendo sólo un recien nacido por Imric, el Conde Elfo de Inglaterra. También es la historia de Valgard, la sombra de Skafloc, criatura creada por Imric, tras aparearse con una Troll, para sustituir a Skafloc, el verdadero Valgard en el mundo humano. La Espada Rota (de cuya reedición Alianza Editorial nos mandó un ejemplar), es la historia de una guerra, ancestral, que enfrenta a los elfos de Alfheim y sus aliados con los trolls de trollheims y sus aliados, unos movidos por los Ases y otros por los Gigantes. Pero, además, y presentado de forma muy sutil, es la historia del mundo de Faerie, un mundo fantástico, lleno de seres mitólogicos, por permanecer en las consciencias de los hombres luchando contra la cada vez más poderosa y omnipresente presencia del cristianismo.

Con estos ingredientes, Anderson consigue crear un relato desgarrador, lleno de pasiones, odios, brutal en ocasiones, poética en muchos pasajes, pero sobre todo muy personal, conjugando a la perfección los distintos seres de las mitologías nórdicas y celtas con los elementos introducidos puramente por su imaginación. Gracias al gran conocimiento que posee Anderson de estas mitologías, consigue dotar a la historia de ese aire, esa lírica que acompañaba siempre a los relatos o Eddas nórdicas, utilizando para ello un estilo cuidado, rudo en las situaciones en que es necesario emplearlo, pero no exento de una belleza poética que nos hace transportarnos a ese mundo de Faerie e interactuar con sus personajes. Si a todo esto unimos el amplio conocimiento que poseía Anderson del arte de las batallas y el escaso remordimiento que sentía por presentarnos las más atroces consecuiencias de esas batallas, no hace más que dotar de un realimo mayor aún a la historia, acompañado por un sentimiento trágico que rodea a toda la novela y que se va haciendo más patente conforme vamos pasando las páginas. Todos los personajes son conducidos inexorablemente hacia ese final que, si bien lo saben, pero no pueden hacer nada para cambiarlo, les llevará a su perdición. Sin duda, todo un homenaje a la mejor tradición de la tragedia griega.

En cuanto al tratamiento que Anderson hace de los personajes, es otro de los aciertos del autor, puesto que, a pesar de pulular por la novela gran cantidad de seres fantásticos y mitológicos, consigue humanizar a todos estos personajes, dotándolos de todas las virtudes o defectos que podemos encontrar en un ser humano. No hay un bueno claramente definido, aunque Skafloc pueda ocupar ese puesto, ni un malo perverso, aunque nos lo pueda parecer Valgard. En esto, Anderson se aleja de los estereotipos al uso en este tipo de novelas y nos presenta a unos personajes que sienten y padecen como cualquier ser humano y que sus motivaciones vienen arraigadas por los sentimientos más comunes a las personas: el amor o el odio. Si a esto le unimos que no son más que marionetas manejadas por los hilos de las Nornas y que en realidad su destino ya está trazado, les dota de una mayor humanidad si cabe, pues no nos queda otra opción que sentir lástima por el deambular de sus existencias por el mundo.

Y por último, pero no menos importante, os preguntaréis que hay de esa espada a la que hace referencia el título, que importancia tiene para que la obra la lleve por título. Pues esa espada, Tyrfing, es el regalo que le hacen los dioses Skafloc cuando recibe su nombre y no es más que el vehículo que hará que todo lo que están fraguando las Nornas converja hacia ese final que ya está destinado y del que los personajes no podrán escapar. Esa espada, es el don y a la vez la maldición que hará que llegue la perdición irremediable de los protagonistas.

En fin, y a modo de conclusión, no me queda más que recomendar su lectura, porque si bien, no es la mejor novela del genero que he leído, si es de las más interesantes por la historia y la forma de plantearla que nos presenta, sin olvidar el hándicap que ha tenido que superar por publicarse el mismo año que el profesor J.R.R. Tolkien publicó su "Comunidad del Anillo". Pero estoy convencido que con el tiempo, esta obra acabará encontrando su sitio dentro de la historia del género, porque sin duda, muchos autores actuales le deben mucho a Anderson y a su "Espada Rota".

Hasid Melikor escribió:LB sois un devorador de libros. Que suerte que tengas tiempo. Yo estoy con el nombre del viento y con Ben Hur. Ambos son larguísimos, así que espero acabarlos antes de finde año.